miércoles, 17 de junio de 2009

...Caminante...

Caminaba por la acera, el sol no la dejaba ver con claridad, pero daba el siguiente paso esperanzada en no encontrar un obstáculo que la derrumbase por demasiado tiempo. No esperaba no encontrar obstáculos en lo que quedaba de su camino, en cambio anhelaba una aventura, tal vez un desvío, algo que la sacara de la estructura...

Mientras cantaba el mundo le sonreía, aún cuando para el resto del mundo la melodía era somnolienta, a ella la despertaba y despertaba sus ganas de vivir.

Cuando el silencio invadía, su alma se volcaba en un papel y el papel expresaba su vida.

A veces se detenía y sentada bajo un árbol recordaba lo pasado, miraba hacia atrás y veía los obstáculos ya superados y con ello las huellas de quienes la ayudaban a ponerse de pie, porque nunca ha estado sola, aunque muchas veces si lo haya sentido. Muchas sensaciones la invadían, alegría, angustia, frustración… recordaba sus refugios con cariños y anhelaba que aun tuviesen un poco de calor para ella, pero la duda generaba un frio amargo en su alma.

En cada paso había crecido un poco, su aspecto tal vez había cambiado pero en esencia era la misma…

En algún momento de su peregrinaje decidió ponerse rodillera, casco y andar con un escudo por la vida, a la defensiva, y claro las caídas dolían menos pero andar así no la hacía sentir cómoda, tanta “protección” no le permitía disfrutar libremente. Aún estando inconforme permanecía cubierta. Pocos se atrevían a acercarse, asustaba un poco y su forma de ver la vida por algún tiempo no fue la más optimista y eso alejaba aun más a quienes intentaban acercarse.

Un día se cansó de las rodilleras y las sacó, no anduvo mucho y cayó. Tuvo dolor pero no la detuvo, se levantó y siguió su camino cantando con más fuerzas. Luego creyó no necesitar el casco y dejo que sus ideas volaran y que su cabello disfrutara de la brisa del viento… y se sintió libre un instante. No se atrevía a dejar el escudo, pues significaría vulnerabilidad absoluta. El casco y la rodillera la protegían de sus caídas, de sus tropiezos, en cambio el escudo la protegía del resto, del ataque de los pares, de esos que no creía malos pero que en sí podrían generar cariño y después arrebatarlo, sin previo aviso y eso la aterraba… pero se deshizo de él y se arriesgo.

Hoy anda sin escudo, sin protección. Y sigue su camino intentando cantar con fuerzas intentando sonreír aunque el mundo se derrumbe a su lado, pues mejor cantar y sacar el escombro que llorar sobre lo que yace en el suelo… tal vez, sería mejor conseguir alas!!

2 comentarios:

  1. Cuando hablas de los obstáculos me recuerdas a un post de hace unas semanas...

    http://alury.blogspot.com/2009/05/asquerosa-vida.html

    Hay que ser valiente y seguir. La vida sólo ocurre una vez y hay que aprovecharla al máximo. Sin esconderse y sin pasar desapercibida!!!!

    Un beso!

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  2. Gracias Alury por el comentario!
    intentaré seguir tu consejo =P!

    un abrazo

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