lunes, 13 de julio de 2009

Un Viejo Nuevo Intento (sin Título)

Era un día cálido el que partía acompañado de nubes que jugaban a rodear el sol, desfilando majestuosas por el cielo, con vestidos de colores bailaban al son de los cánticos de las aves que con alegres melodías amenizaban la mañana.

Caminaba silenciosa, divagaba por los campos contemplando la belleza que la rodeaba. Cuando el cansancio se apoderó de su cuerpo se cobijó bajo un frondoso árbol que se desvestía con las caricias del viento. Disfrutaba de la lluvia de hojas que caían sobre su cuerpo.

El viento también la acariciaba y dibujaba en su rostro… Sonreía.

Las horas pasaban y la melancolía se tomó el ocaso. El anhelo de compartir los momentos la inundó y los ojos se cerraron en busca de un cálido recuerdo.

Fue una tarde fría en que la nostalgia se apoderó del cielo, las nubes no bailaban y sus trajes eran oscuros, amenazando con una noche sin constelaciones y con bañar los prados.

La noche llegó con un aguacero que la regó de sueños. Mientras el agua caía por sus mejillas, mientras sus pies chapoteaban y sus ojos buscan charquitos, se visualizó, se detuvo y viajó por el tiempo, en un segundo volvió a su niñez cuando el viento la cubría de temores y corría a los brazos de su madre. Al instante era una anciana que sentada junto a un árbol que llovía, sonreía mientras una mirada cómplice la llenaba del calor que anhelaba y un abrazó la invitó a volar.



Pd. esto lo escribí hace unos meses, en mis días de soledad por el sur de Chile.

domingo, 12 de julio de 2009

un borrador olvidado y sin nombre

El viento soplaba con gran ímpetu, se formó una bataola, todos corrían, no era usual una ventolera tamaña en pleno verano. Las tejas de las casas comenzaban a volar, mientras una niña se escondia tras un árbol, asustada...

Cada vez con mas fuerza el viento corría, arrastrando todo lo que pillaba en su camino. El polvo no dejaba distinguir con claridad lo que había por delante.

El miedo a quedar sola hizo que la niña caminara sin rumbo. No logró caminar demasiado cuando choco con un señor alto, con una larga barba plomiza, y ojos intensos, que estaba detenido en medio de la multitud que se dispersaba entre gritos y sollozos desesperados.

El hombre al ver a la niña se inclino, la miro con ternura. Juntos se sentaron en un rincón, miraban lo que acontecía, hablaban y buscaban entre la multitud a alguien conocido para la pequeña.

Cuando el viento dejo de soplar se pararon, por unos segundos observaron los efectos de aquel fenómeno, luego comenzaron a caminar.
De pronto a lo lejos, en medio de polvo se observo la silueta de una joven mujer que corría ente llantos y gritos desesperados. La niña corrió y un abrazo y un olvido ahí nació.