Era un día cálido el que partía acompañado de nubes que jugaban a rodear el sol, desfilando majestuosas por el cielo, con vestidos de colores bailaban al son de los cánticos de las aves que con alegres melodías amenizaban la mañana.
Caminaba silenciosa, divagaba por los campos contemplando la belleza que la rodeaba. Cuando el cansancio se apoderó de su cuerpo se cobijó bajo un frondoso árbol que se desvestía con las caricias del viento. Disfrutaba de la lluvia de hojas que caían sobre su cuerpo.
El viento también la acariciaba y dibujaba en su rostro… Sonreía.
Las horas pasaban y la melancolía se tomó el ocaso. El anhelo de compartir los momentos la inundó y los ojos se cerraron en busca de un cálido recuerdo.
Fue una tarde fría en que la nostalgia se apoderó del cielo, las nubes no bailaban y sus trajes eran oscuros, amenazando con una noche sin constelaciones y con bañar los prados.
La noche llegó con un aguacero que la regó de sueños. Mientras el agua caía por sus mejillas, mientras sus pies chapoteaban y sus ojos buscan charquitos, se visualizó, se detuvo y viajó por el tiempo, en un segundo volvió a su niñez cuando el viento la cubría de temores y corría a los brazos de su madre. Al instante era una anciana que sentada junto a un árbol que llovía, sonreía mientras una mirada cómplice la llenaba del calor que anhelaba y un abrazó la invitó a volar.
Pd. esto lo escribí hace unos meses, en mis días de soledad por el sur de Chile.
Por lo que veo en el sur de Chile hay una buena escritora!!!!
ResponderEliminarPrecioso...
Seguimos en contacto
Un beso!
que hermoso
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