El viento soplaba con gran ímpetu, se formó una bataola, todos corrían, no era usual una ventolera tamaña en pleno verano. Las tejas de las casas comenzaban a volar, mientras una niña se escondia tras un árbol, asustada...
Cada vez con mas fuerza el viento corría, arrastrando todo lo que pillaba en su camino. El polvo no dejaba distinguir con claridad lo que había por delante.
El miedo a quedar sola hizo que la niña caminara sin rumbo. No logró caminar demasiado cuando choco con un señor alto, con una larga barba plomiza, y ojos intensos, que estaba detenido en medio de la multitud que se dispersaba entre gritos y sollozos desesperados.
El hombre al ver a la niña se inclino, la miro con ternura. Juntos se sentaron en un rincón, miraban lo que acontecía, hablaban y buscaban entre la multitud a alguien conocido para la pequeña.
Cuando el viento dejo de soplar se pararon, por unos segundos observaron los efectos de aquel fenómeno, luego comenzaron a caminar.
De pronto a lo lejos, en medio de polvo se observo la silueta de una joven mujer que corría ente llantos y gritos desesperados. La niña corrió y un abrazo y un olvido ahí nació.
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